En las regiones fronterizas de Perú y Colombia, áreas remotas con geografía poco transitable a lo largo del Río Putumayo, se encuentran comunidades que, durante mucho tiempo, han luchado contra la falta de servicios médicos de calidad en medio de una compleja realidad. Las poblaciones más vulnerables como mujeres embarazadas y los recién nacidos han llevado muchas veces, la peor parte.
Es en este escenario que Mamás de la Frontera surge como un motor de cambio. Esta iniciativa es una extensión del exitoso proyecto Mamás del Río, que se centra en mejorar la atención materno-infantil y reducir la mortalidad neonatal en la región de Loreto, Perú.
Mamás de la Frontera se implementó en los distritos de San Antonio del Estrecho y Teniente Manuel Clavero del departamento de Loreto, en Perú, y en el municipio de Puerto Leguízamo y El Encanto – San Rafael, en Colombia. Se incluyó diversas comunidades rurales y nativas localizadas a lo largo de la ribera del Río Putumayo, incluyendo poblaciones indígenas como las etnias Kichwa, Murui, Huitoto, Ocaina, Bora, Maijuna y Cocama.
Durante el viaje de reconocimiento en febrero de 2020, se presentó el proyecto a las autoridades locales de cada núcleo y se recopilaron sus sugerencias. Las comunidades, sus líderes y sus habitantes eran parte integral de este proceso. Sin embargo, en marzo de 2020, la pandemia de COVID-19 se extendió por el mundo, lo que hizo que el proyecto tuviera que adaptarse para abordar esta nueva amenaza.
La ausencia de conexión telefónica y la falta de acceso a la electricidad también planteaban dificultades para la implementación del proyecto. Asimismo, la presencia de grupos armados en la zona fronteriza representó otro desafío. Frente a esto, el equipo de Mamás de la Frontera demostró resiliencia y compromiso al implementar estrategias alternativas para garantizar la continuidad de las actividades.
La pandemia de COVID-19 no disuadió a los equipos de Mamás de la Frontera. Adaptándose a la nueva normalidad, la intervención incluyó la promoción de conocimientos sobre prevención y vacunación contra el virus, así como la elaboración de materiales educativos adaptados a la cultura de las comunidades indígenas. Las medidas de prevención específicas se promovieron de manera eficaz en estas comunidades.
La implementación de Mamás de la Frontera se dividió en dos fases: la primera se centró en la entrega de ayuda inmediata para mitigar el impacto de la pandemia, como la distribución de kits de prevención (mascarillas, gel desinfectante, etc.) y la promoción de medidas de prevención.
La segunda fase se centró en la atención integral a las gestantes y recién nacidos. Los Agentes Comunitarios de Salud (ACS) desempeñaron un papel fundamental en esta etapa. El ACS es un líder comunitario consciente de las necesidades de su gente. Actúa voluntariamente para el bienestar de sus comunidades. Ellos realizaron visitas a los hogares, compartiendo conocimientos sobre cuidados materno-neonatales y la prevención de la COVID-19.
Se logró una gran cobertura en las 30 comunidades seleccionadas, con un 89% de mamás gestantes registradas que recibieron al menos tres visitas domiciliarias de los supervisores y ACS. Además, se alcanzó una buena cobertura de capacitación para las parteras tradicionales y el personal de salud, logrando entrenar a 31 ACS, 43 parteras tradicionales y 56 profesionales de la salud. Además, más de 5,000 personas en estas comunidades se beneficiaron de capacitación en salud materno-neonatal y medidas preventivas contra la COVID-19.
Tras estos grandes resultados de la primera etapa de implementación del programa y después de mucha expectativa, el 20 de octubre de 2023, se lanzó la segunda etapa de Mamás de la Frontera, que incorpora nuevos componentes al programa.
Durante los primeros seis meses, se realizó una evaluación para apreciar el estado de salud de la población y se diseñaron estos nuevos componentes. Entre ellos, se incluyó la vigilancia y seguimiento de eventos vitales, como registros detallados de gestantes y niños hasta el primer año de vida. Los Agentes Comunitarios de Salud (ACS) ampliaron su cronograma de visitas domiciliarias, realizando hasta once visitas que abarcan desde el embarazo hasta el primer año del niño.
Los nuevos componentes también incluyen la promoción de controles de crecimiento y desarrollo (CRED), la vacunación, la lactancia materna y la alimentación complementaria, la crianza con apego y sin violencia, la prevención de la anemia, la planificación familiar, y la referencia a programas del gobierno, como las Plataformas Itinerantes de Acción Social (PIAS) y el programa JUNTOS. Los ACS están equipados con tabletas que ejecutan la aplicación CommCare para gestionar de manera efectiva los casos y monitorearlos en tiempo real.
En resumen, Mamás de la Frontera representa, una vez más, el éxito de las intervenciones en salud basadas en la comunidad. Las cifras analizadas hablan por sí mismas. En su primera etapa, los agentes comunitarios de salud de Mamás de la Frontera realizaron 398 visitas domiciliarias, las cuáles continúan aumentando en esta segunda etapa y se espera lleguen a triplicarse en un futuro cercano. Gracias a este programa se evidencia la mejora sustancial de la salud materno-neonatal y la mitigación de la COVID-19 en estas comunidades. La colaboración estrecha entre todos los actores involucrados y la participación activa de las mujeres en la toma de decisiones viene siendo clave para el éxito del programa.
Proyectos como este son un ejemplo vivo de lo que es posible cuando personas y comunidades se unen para superar desafíos y construir un futuro mejor.
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